Abrieron el comedor del
hotel antes de la hora habitual para que pudiésemos desayunar antes de
emprender la última ruta por tierras marroquís, de Marrakech a Tanger Med; 615
kilómetros del tirón, algunos temían no llegar a tiempo al barco aunque en el
fondo estaba claro que si no había averías ni retenciones íbamos a llegar con
tiempo más más que de sobra. Salíamos de la ciudad de Marrakech cuando
empezaban las primeras luces del día a dibujar colores en el cielo, disfrutamos
de ir haciendo fotos del magnífico amanecer que prometía un día de sol y calor.
Llevábamos el corazón encogido; de haber podido habríamos ampliado el viaje por
lo menos una semana más. El grupo se había consolidado con una gran amistad y
mucha ternura. Circulamos en perfecta formación, sin muchos bailes ni
aspavientos, recorrimos kilómetro a kilómetro tatuándonos las imágenes de este
país desconocido en la memoria para no olvidar nunca la gran sorpresa que ha
supuesto para todos nosotros su conocimiento. Volvíamos enamorados
profundamente de Marruecos, de sus montañas peladas llenas de colores, de sus
valles repletos de palmerales y tierras de labor, de sus casas del color del
barro, de sus gentes ataviadas con esas vestimentas tan poco habituales para
nuestros ojos pero tan llenas de plasticidad y belleza, de sus ríos, saltos de
agua y lagos que nos descubrieron un Marruecos lleno de agua y vida, de sus
animales, suaves y dóciles a los que pudimos tener, acariciar y fotografiar a
lo largo del camino: burros, gatos, camellos, zorros del desierto, cabras y
mosquitos que, por suerte, solo picaron a nuestro querido amigo y compañero de
ruta el vikingo, al que vimos disfrutar como a un niño en cada kilómetro del
camino, siendo el representante más auténtico del “motero feliz”.
Llegamos a Tanger Med con
tiempo más que suficiente para subir al barco, nos entretuvieron en la aduana,
a unos más que a otros, pero así y todo tuvimos tiempo de sobra para tomarnos
el último bocadillo, beber los últimos refrescos y hacer fotos y fotos para no
olvidarnos nunca, luego subimos al barco, charlamos y empezamos a despedirnos
entre abrazos y lágrimas que brotaban de lo más hondo del corazón. Al llegar a
Algeciras cada uno se fue desviando cogiendo el camino de vuelta hacia la
normalidad de sus vidas cotidianas, sonaron las bocinas en un último saludo
mientras las manos decían adiós y los ojos se volvían brillantes. Había
terminado uno de los más bellos viajes que he realizado en Harley, y eso que he
hecho muchos (Cabo Norte, Ruta 66, Irlanda, Italia, Centro Europa, España…
puedo decir que, con diferencia, este ha sido el mejor)
A todos los compañeros y
compañeras de ruta, a los organizadores, al Road capitán, al jefe de ruta, a
las bellas tierras marroquís y a la amabilidad de sus gentes, a todos ellos
gracias por hacer de este viaje un auténtico sueño y una bella aventura que
nunca olvidaré. Con todo mi amor lleguen a vosotros estas líneas para que
siempre tengáis al lado el recuerdo de esos días mágicos que nos unieron en la
amistad para siempre. Gracias a todos. Os llevo por siempre en el corazón y, si
se tercia, podemos pensar en volver a viajar juntos en cuanto queráis. Un
abrazo. Amaya. Los viajes The Yosua
Team.
PD: A nosotros nos quedaban dos dias mas de viaje,hasta llegar a Mallorca, pero esa es otra historia.
Amaya Puente de Muñozguren (Escritora y Fotografia) y ademas piloto
Matias Florit Serrano (Fotografia) ´´pakete king´´
Amaya Puente de Muñozguren (Escritora y Fotografia) y ademas piloto
Matias Florit Serrano (Fotografia) ´´pakete king´´
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