Por la mañana hicimos una reunión en el hotel para hablar de la
ruta del día. Nadie comentó nada de lo sucedido tras la caída de la moto pero
en el último momento nuestro compañero tomó la palabra y nos pidió disculpas a
todos. Las aceptamos encantados y aplaudimos
sus palabras, pusimos los motores en marcha y salimos de Ouazarzate hacia
Marrakech, primero fuimos a los estudios de cine Cla en donde paramos para
hacer unas fotos y ver los vehículos que utilizaban en las películas y los
decorados en los que aún se rueda. Salimos en dirección a la Kasbah de
Ait-Benadou, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el calor era
sofocante y más de uno tuvo que tomar doble ración de agua para no
deshidratarse, cruzamos el ancho rio seco para llegar a la entrada de la
Kasbah, era un laberinto de callejuelas en el que se alternaban tiendas de
tejidos, dibujos y recuerdos. Todo el recorrido era cuesta arriba, entrabas por
una casa y salías al terrado de otra que daba a la calle. Un laberinto en el
que parecía muy fácil perderse. El guía nos explicó que en ese lugar se habían
rodado docenas de películas, muchas de ellas muy famosas, como “Lawrence de
Arabia” “The Message”, “Jesús de Nazareth”, “Marco Polo”,”La Joya del Nilo”,
“Babel”, “El Principe de Persia”,”El cielo Protector”, “La Momia”, o
“Gladiator”…entre otras. En la plaza del pueblo tuvimos nuestra primera
aventura con las serpientes ya que un encantador nos la puso por encima de la
cabeza para hacernos fotos, el contacto de la piel del animal con la piel de mi
cuello no me resultó desagradable, es más, me gustó acariciar su cabeza verdosa de ojos grandes.
Nos adentramos en las
montañas del Alto Atlas por el paso de
Tizi-n Tichka, una carretera con poco tráfico y muchas curvas en donde más de
un camión invadió nuestro carril sin importarle lo más mínimo si nos sacaban o
no de la carretera. Se repetía un paisaje que empezaba a parecernos familiar:
montañas peladas de vegetación, un cielo inmenso y casas del mismo color que el
de la tierra que nos rodeaba. Todos los tonos ocres y rojizos se exponían ante
nuestros ojos asombrados por esa discreta belleza, de vez en cuando, en el
fondo, entre dos montañas, un cinturón de vegetación verde era un regalo para
la vista, asombrándonos una y otra vez.
La carretera serpenteando
montaña abajo se veía en tres o cuatro niveles distintos, era una gozada
conducir por aquel paraje desértico y bello. Antes de darnos cuenta estábamos
entrando en la ciudad de Marrakech.
Desde ayer hay un grupo de tres o cuatro personas que quieren volver
antes a España por varios motivos, laborales, familiares y otro porque no se
sentía capaz de hacer seiscientos kilómetros del tirón; ya lo habían decidido;
al día siguiente cuatro del grupo en sus respectivas motos se irían hacia
Tanger Med para coger el ferry hacia España. Llegamos al hotel de Marrakech y
tras ducharnos y descansar un rato salimos en un autobús hacia la Plaza de
Jamaa el-Fna para ver el ambiente, tomar un té y disfrutar de todos los puestos
del zoco. Se nos había ocurrido la idea de comprarles un regalito al director
del viaje y al jefe de ruta, habíamos
decidido buscar unos llaveros de plata y grabarlos con la fecha del
viaje y la palabra Marruecos. En el trayecto hacia el centro de la ciudad
aprovechamos para cantarles a todos los Pacos del grupo un animado “feliz,
feliz en tu día”…que los dejó sorprendidos y felices.
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